Crecimiento Económico Débil:
Según
los datos del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) el
crecimiento del Producto Bruto Interno (P.B.I.) en el primer trimestre del
presente año fue de 4.8% para el período
interanual (Marzo 2013 – Marzo 2014) -con lo que se sitúa en un nivel un poco
menor a los pronósticos, que eran de 5 % por lo menos- debido a la debilidad
que vienen presentando las exportaciones.
Cabe
destacar que las tasas de crecimiento del P.B.I. son menores que el ritmo de
expansión promedio que la economía peruana registró durante los últimos diez
años y manifiestan una falla estructural, que se expresa en que el avance de la
productividad y la competitividad han perdido dinamismo y, lo que es peor, se
puede seguir perdiendo.
Qué hacer
Por lo
que, desde mi punto de vista, es necesario acelerar el trabajo en pactos,
acuerdos, mejoras en la infraestructura económica y social. También se requiere dar atención prioritaria
a la formación de capital humano, así como también a la innovación de
productos, procesos y procedimientos.
La revisión de
pactos y acuerdos sociales no sólo
es necesaria sino que es el mecanismo que puede dar estabilidad al mediano y
largo plazo, a la manera de hacer y generar desarrollo en el Perú.
Un pacto,
por ejemplo, que articule cambio estructural[1],
inversión y tributación, con la finalidad de lograr un mejor equilibrio entre
bienes privados, bienes públicos y servicios sociales, nos permitirá construir
un andamiaje distinto que ponga en primer lugar el logro del bienestar para
todas y todos.
Un Pacto
Económico, Social y Laboral que suponga mejorar la redistribución de la riqueza,
cambiando la correlación entre capital y trabajo, lo que debe expresarse tanto
en una disminución progresiva y permanente de las brechas de género, de
productividad y de empleo de calidad, como en las mejoras respecto de la
aplicación de justicia y seguridad interna.
Mejoras en la infraestructura
económica y social priorizando
la inversión pública y alentando la inversión publico privada en proyectos que
nos conduzcan a paso firme a reducir de manera progresiva la brecha actual.
La brecha de
inversión en el Perú tiene un nuevo cálculo: Esta asciende a US$87.975 millones
para el período 2012 – 2021, el cual equivale al 33% del PBI
proyectado para ese lapso, según un estudio realizado por la Universidad del
Pacífico y ESÁN, encargado por la Asociación para el
Fomento de la Infraestructura Nacional (AFIN).
Brecha de Inversión por sectores
Según los
resultados del mencionado estudio, los sectores en donde la brecha es alta son:
energía, transportes y telecomunicaciones.
En el primero, el
requerimiento de inversiones llega a los US$32.987 millones, lo que equivale al
37,5% del monto total; mientras que en transportes la cifra asciende a
US$20.935 millones (23,8%) y en telecomunicaciones a US$19.170 millones
(21,8%).
Atención
prioritaria a la formación de capital humano y a la innovación de productos,
procesos y procedimientos. Ello
supone la generación de
oportunidades para todos y todas, capacitación de jóvenes y de la fuerza laboral, de
tal suerte que se pueda orientar a satisfacer lo que la sociedad y el mercado requieren.
Fomento de la innovación en productos, procesos y
procedimientos que de un lado nos hagan aprovechar nuestras ventajas
competitivas. Agro–industria, industria de comida y bebida son buenos ejemplos
de una ruta. Hay un espacio aún para
favorecerla con esquemas de cofinanciamiento públicos-privados o con fondos
públicos que se asignen por concurso, lo que podría contribuir a identificar y
potenciar nuevos emprendimientos. Finalmente, es necesario incentivar la
formalización, pues, de no hacerlo las empresas no lograrán (o tardarán) en alcanzar
su máximo potencial y la carga tributaria seguiría recayendo sobre unos pocos,
los mismos de siempre, lo que perjudica la competitividad.
Esta suerte de agenda tiene o debe tener prioridad
en los arreglos político-institucionales, de tal suerte que su ejecución,
marque el cambio necesario no sólo en el rumbo sino también en el liderazgo del País y sus
prioridades. No hacerlo o seguir sin promover cambios estructurales para
continuar en el cortísimo plazo y/o en los cálculos del próximo período
eleccionario haría que las cosas pasen de claro a oscuro.
AUSENCIA DE LIDERAZGO:
Asistimos
hoy al final del tercer año de Gobierno de Ollanta Humala Tasso. El nivel de
desaprobación a su gestión presidencial llega a 73%[2], mientras
que el nivel de desaprobación de sus ministros llega al 78% [3]. Lo
que, desde otro prisma, configura a unos ciudadanos entre desconcertados e
indignados que pasan la factura por su falta de cumplimiento y liderazgo, no
sólo al Presidente sino también a quienes le acompañan en la gestión.
Esta ausencia de
liderazgo se expresa en la medida que el 78% de los ciudadanos califica como
muy mala su actuación en relación con la lucha que consideran se debe librar
contra la delincuencia. Mientras que el 73% de ellos califica como muy mala su
actuación en la lucha contra la corrupción. El 53%, descalifica su actuación en
la promoción del empleo y el 61% descalifica los servicios y la gestión de la
política y los servicios de salud, para mencionar solo los más importantes.
Vistas así las
cosas, el gobierno de turno está jalado, reprobado. Su desempeño es muy modesto
y la falta de liderazgo afecta hoy no sólo a él sino a toda la clase política.
Con lo que es
necesario poner las barbas en remojo. El desconcierto e indignación deben terminar.
Es necesario que en los dos próximos años la agenda señalada líneas arriba se
empiece a desarrollar. De lo contrario, los pocos avances logrados estarán en
tela de juicio y posturas más autoritarias que democráticas podrían volver a
tener asidero.
FALTA DE CREDIBILIDAD:
Hoy por hoy, la
falta de credibilidad se asoma e instala en las mentes y conciencias de
ciudadanas y ciudadanos. Pareciera que entre la política neoliberal (con la que
se sigue organizando la economía e intentando resolver, sin conseguirlo, los problemas sociales), la corrupción, la
desigualdad y el incumplimiento de las promesas de campaña, se ha echado por
tierra la credibilidad de la ciudadanía en la clase política y las
instituciones. Esta situación no solo es preocupante, sino que podría
significar un retroceso en la consolidación del sistema democrático.
El Perú es y debe
seguir siendo de todos los peruanos, más allá de apetitos particulares o
ganancias que esta manera neoliberal de promover el desarrollo hayan decantado.
A manera de Conclusión:
En la medida que pongamos
nuestro mayor esfuerzo en que lo local, nacional y mundial se conecten y
dirijan a revertir la exclusión y la inequidad y a promover la igualdad de
oportunidades, encontraremos programas y destinaremos los recursos a lo más
importante de la vida de nuestra nación que no es otra cosa que la construcción
del “Bien Común”. Tarea a la que políticos y ciudadanos debemos abocarnos, para
así recuperar la credibilidad y el sentido de pertenencia a este gran País que
es y debe seguir siendo de todas y todos.
[1]
Lo que supone tener
una matriz productiva más diversificada, con una adecuada gobernanza de los
recursos naturales y preservación del medio ambiente, con énfasis en la
solidaridad con las generaciones futuras.
[2]
ENCUESTA
GFK. Encuesta nacional urbana de mayo 2014. Resultados del estudio de opinión
preparado por GFK.
[3]
ENCUESTA
GFK. Encuesta nacional urbana de mayo 2014. Resultados del estudio de opinión
preparado por GFK.
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