sábado, 23 de enero de 2010

Perú Hoy: Contexto Económico Político y Social

En el Perú enfrentamos una situación, a todas luces, paradójica somos un país potencialmente rico, por los ingentes recursos naturales que poseemos: Bio-diversidad; Gas Natural, Oro, Plata, Zinc; Tierras fértiles (calidad y cantidad de tierras productivas), Productos Agrícolas de Exportación e Industria Textil, para mencionar lo más importante.
Sin embargo, mantenemos una profunda exclusión y desigualdad que se expresa en que: el 10% de la población más rico se apropia del 81% de la riqueza y el 39,3 % de la población, que se encuentra en situación de pobreza[2], sólo se apropia (distribuye) el 19 % de la riqueza. Riqueza que, por lo demás, todos, pobres y ricos, producimos. Lo que nos pone frente a un gran desafío ético, económico, político y social toda vez que es humanamente inaceptable, seguir tolerando ésta situación.

Debemos entender, y lo proponemos así, que el desafío ético consiste en informar y generar conciencia entre toda la población y especialmente entre los pobres respecto de que la condición de pobreza que afecta al 39,3 %2 de los peruanos no es un hecho natural, ni producto de la fatalidad ó del, mal entendido, destino. Sino que, responde, fundamentalmente, a la forma injusta y poco equitativa en que se ha organizado la sociedad, la economía, la representación y la toma de decisiones políticas en el Perú.
Lamentablemente, la Clase Política hasta hoy, sólo ha estado interesada en atender y consolidar las necesidades e intereses de los ricos en desmedro de las legítimas e impostergables necesidades e intereses de los pobres.
Los Elementos del contexto, por lo tanto, ponen de manifiesto que el Perú atraviesa por: Una estabilidad, crecimiento y mejora económica al tiempo que por el debilitamiento de la institucionalidad política y la desesperanza en la situación social, en particular de las familias que viven en situación de pobreza.

I.- La situación Económica:
En el Perú, en Agosto de 1,990, hace ya casi 20 años, se aplicó uno de los programas de ajuste estructural de la economía más drásticos del continente. Programa que, a pesar de todo, contó con el apoyo de la mayor parte de la población, incluso, de quiénes vieron que su calidad de vida se vino a menos. Tengo la impresión que, en el común de los ciudadanos, éste apoyo obedecía a la "esperanza ofrecida" por los “agoreros” del “Mercado” en relación a que era necesario ajustar, por un tiempo, sus bolsillos y expectativas, para conseguir la ansiada estabilización y acto seguido producir el crecimiento económico que, por lo demás, nos beneficiaría a todos y todas. Con lo cual el Mercado y la Privatización eran quienes iban a conseguir y conceder recursos para toda la sociedad.
En este tiempo la CEPAL, y varios estudios, identifican claramente una tendencia a la desnacionalización de las empresas privadas y de los servicios públicos. Hoy la privatización y la internacionalización de las empresas es un hecho innegable y, no solo eso, continúa. Incluso, entre las empresas domésticas que han tenido éxito, las mismas que son compradas por quienes tienen mayor poder financiero. De este proceso ni siquiera se salvan empresas ubicadas en sectores estratégicos como: Energía, hidrocarburos ó comunicación. Con lo que, la desnacionalización no es un mito, es una realidad, y no es buena para el país.
Michael Porter, al referirse al caso del Perú, comentó, como una de sus principales deficiencias la de no tener una estrategia nacional de desarrollo, aún en términos neoliberales.
Por lo que, si examinamos lo ocurrido vamos a ver que, en el Perú - y creo que no es distinto en ningún país de América latina - se cumplió sólo una parte de la "esperanza ofrecida". En verdad durante varios años todos ajustamos nuestra economía y se logró la ansiada estabilidad económica y más.
Hoy, suena música bonita, tenemos, como todos reconocen, no menos de 100 meses de crecimiento económico ininterrumpido, aunque hubo una parálisis en el 2,009 en el que crecimos sólo a 1%, disque como producto de la crisis internacional; somos el país con la menor inflación del continente, aunque hace cuatro meses los precios de los productos que componen la canasta básica – aquella que consumen los pobres- están subiendo; contamos con reservas internacionales netas en un nivel nunca visto - en los últimos 22 años-; hace cuatro años que tenemos superávit fiscal; la inversión extranjera ha crecido. Así como, han crecido, y de manera inusitada, los beneficios – ganancias - de quiénes invierten. Incluso, hemos recibido la calificación de País con "Grado de inversión", por parte de Fitch Ratings y MOODY´s. Lo que pone a las claras que no sólo hemos sido alumnos aplicados, de las recetas del FMI y del Banco Mundial, sino que se nos empieza a ver, de alguna manera, como un ejemplo a seguir. Esto, qué duda cabe, es bueno y hay que mantenerlo y en lo posible superarlo. No obstante, no es lo único que hay que hacer, en la perspectiva de mitigar la desigualdad tanto en el ingreso como en las oportunidades para alcanzar bienestar para todas y todos.
Lo lamentable es que, aquí acaba de sonar la música bonita, la otra parte de la "esperanza ofrecida" no se cumple y nos pone muy en claro que el 39,3 %[4] de la población, que sigue en situación de pobreza - y que, además, es la que más ajustó su economía y sus expectativas - sigue trabajando de sol a sol recibiendo como compensación deficientes servicios de educación, salud, trabajos mal remunerados e inexistentes servicios de previsión social.
Esta situación refleja, otra de nuestra más importantes paradojas: Mientras que los empresarios afiliados a la CONFIEP - uno de los gremios empresariales más importantes del Perú - celebran en un cocktail la calificación de "Grado de Inversión” recibida por el Perú, celebración por parte de ellos justificada por que han visto crecer de manera no esperada sus beneficios. Los más pobres de Lima Metropolitana - 100,000 familias ó 500,000 personas en promedio - reciben bolsas de alimentos con el fin de paliar su imposibilidad de poder satisfacer una de las necesidades más elementales, la de alimentarse.
El que hagamos conciencia de que el modelo primario exportador basado en mano de obra barata y extirpación de recursos no renovables no sirve ó sirve muy poco para aumentar la productividad y desarrollar el país, es urgente.
Lo que se requiere, sin duda, es de un nuevo proceso de industrialización, que se sustente en el procesamiento, transformación, de los recursos primarios, expandir el mercado interno vía una mejora de ingresos y mayor inversión en infraestructura productiva y social y con esquemas de financiamiento nuevos que promuevan el desarrollo del mercado de capitales haciendo uso de la moneda local. Más aún, ahora, que el Sol pasa por un proceso de apreciación en relación al dólar.
Hoy, es claro que el crecimiento, la estabilidad económica y todas sus bondades no son condición suficiente para mitigar la pobreza y permiten avanzar muy poco en acortar la brecha entre los que tienen más ingresos respecto de los que tienen menores ingresos. La misma que ha empeorado, baste referir que el GINI para 1,991 era de 0.43 y para el 2,008 fue de 0,479. Como todos sabemos, mientras más alto más desigual .
Creemos que tienen que hacerse cambios para que: a) Estemos en condiciones de enfrentar mejor los shocks externos – aquellos que se generan por crisis naturales del modelo capitalista - y que se dan cíclicamente en los países desarrollados, nuestros principales “socios” comerciales y b) Para que sentemos las bases que nos conduzcan a dejar de ser uno de los países más desiguales en América Latina.
Para ello, se requiere elevar sustantivamente la presión tributaria haciéndola más justa y equitativa, de tal manera que pague más quien más tiene o posee. El gasto público debe ser mayor y orientarse a la mejora del capital humano y de la infraestructura social y productiva. Si Estado e Inversores privados, no entienden eso y refundan sus roles y expectativas, pronto verán menguadas las posibilidades, de un lado, para cumplir con su función y, de otro lado, de seguir generando riqueza.
Que el mercado debe funcionar y que la estabilidad macroeconómica debe ser cuidada, nadie lo pone en tela de juicio. Lo que sí está claro, por lo acontecido - luego de casi 20 años de aplicación de políticas neo liberales - es que no basta con el funcionamiento “libre” de los mercados. Es necesario, además, una intervención consciente del estado para dirigir la economía, promoviendo las actividades que pueden tener mejores efectos sociales, ser sostenibles ambientalmente y promover una mayor dinamización productiva en el largo plazo.
En éste punto, es necesario, a mi modo de ver, hacer mención que cuando me refiero a la intervención estatal, no creo y menos propongo que esta deba ser exclusiva o principalmente mediante empresas públicas, un rol primordial que debe jugar el Estado es el de promover mecanismos de mercado que generan incentivos a la inversión y a la empresa privada. Definiendo impuestos, créditos, regulaciones legales y los subsidios necesarios para que la actividad productiva y económica no se detengan tengan como norte resolver las demandas, necesidades e intereses de todas y todos los ciudadanos.

II.- La situación Política:
Un elemento, a mi juicio, crucial, para graficar el contexto es el mirar como camina la construcción de la democracia: Asistimos, hoy en el Perú, a un proceso que determinará, si es, todavía, posible establecer una nueva manera de hacer política, gobernar y construir Estado y Nación.
Intentar dar respuesta a estos aspectos, a todas luces, centrales para la vigencia del orden democrático nos remite a un conjunto de preguntas y situaciones por resolver y no a afirmaciones ó constatación de avances ó logros alcanzados veamos por qué:
Un primer elemento a dilucidar es: Están los partidos y movimientos políticos a la altura de los tiempos. Quiere decir, promueven e implementan, en la actualidad, un rol de información, formación política, elección interna de representantes, y de elaboración de programas y propuestas desde abajo, ó por el contrario éstas tareas, qué duda cabe, importantes para la construcción de instituciones políticas representativas, se implementan y fortalecen sólo a una minoría de sus militantes que funcionan casi como castas.
Un segundo elemento es: Los Partidos Políticos establecen procesos de: información, recojo de opinión y discusión de sus propuestas, de manera democrática, con los ciudadanos ó, por lo menos, con sus electores.

El Tercero: Los gobiernos democráticos tienen como centro la construcción del bien común ó por el contrario siguen propiciando y manteniendo como denominador común niveles de pobreza y concentración del ingreso injustificables. A pesar, de la aparente bonanza económica que se vive en América Latina y en particular en el Perú.
Lamentablemente, podemos referir que las situaciones planteadas líneas arriba no están hoy por hoy como parte de la preocupación de los partidos y movimientos políticos peruanos ni forman parte, necesariamente, de la agenda pública significando más bien el punto de partida del necesario proceso de transformación de la manera de hacer política y gobernar que hay que propiciar. Siendo éste el panorama podemos ver que el resultado nos lleva a una baja credibilidad de la ciudadanía respecto de la clase política en general y a niveles de desaprobación importantes de la gestión del gobierno actual.
El último sondeo de opinión realizado por el Centro de Investigación de la Universidad de Lima, en diciembre del 2009 nos dice que el 55.60%, de los encuestados, desaprueba el desempeño del Presidente de la República, Alan García Perez; mientras que el 53.50%, de los encuestados, desaprueba la gestión del Premier, Javier Velázquez Quesquén. Mientras que el 57,2%, de los encuestados, desaprueba la gestión del Gobierno en General y por si fuera poco el 78.1% desaprueba la Gestión del Congreso.
En relación a como ven los ciudadanos la situación política actual el 51.8%, de los encuestados la califica de poco estable y el 19,2% manifiesta que es nada estable. Adicionalmente, cuando se les pregunta por: Cómo ven la situación política para dentro de un año la respuesta es, igual para el 43,6 % de los encuestados y un preocupante peor para el 24.7 %. Lo que dice mucho de la debilidad de la clase política en general y de la poca sintonía entre quienes hoy gobiernan y los ciudadanos en particular.
Las razones de esta situación pasan tanto porque, a mi juicio, los partidos políticos no están a la altura de los tiempos y no sólo porque existe una crisis de representación sino fundamentalmente por que los ciudadanos, en particular la clase media – que son muy pocos- y los que se encuentran en situación de pobreza no encuentran una respuesta a sus legítimas demandas, aspiraciones e intereses.

Es necesario que los políticos presten atención a las necesidades y aspiraciones de ciudadanas y ciudadanos y generen propuestas orientadas a mejorar las condiciones para que todas y todos puedan mejorar tanto sus condiciones de vida como alcanzar sus aspiraciones. Si a quienes hoy nos representan sólo les interesa mantener privilegios en unos pocos, habrá que cambiarlos.
El Estado tiene que poner el acento en políticas que puedan mejorar la distribución del ingreso, generar empleos de calidad, brindar educación, salud y justicia para todos. Es cierto que los recursos son limitados pero si se ponen por delante las prioridades, podemos, sin duda avanzar màs.
Uno de los aspectos claves para la gobernabilidad es que, quienes gobiernan en nuestra representación, construyan la agenda pública y definan las tareas propiciando la más amplia información, alimentando el debate y, lo que es más importante, que sean tolerantes con quienes discrepen ó tengan propuestas distintas con el discurso "Oficial" - que no es necesariamente el que goza de la mayor aprobación - y, por ende, resuelvan por medio de leyes, programas, proyectos y lineamientos de política producto del entendimiento y consenso tanto de las fuerzas políticas cuanto de la sociedad civil.
Siendo esto último una clave para fortalecer nuestra, naciente, cultura democrática, viene ocurriendo, con cierta frecuencia, y no sólo en el Perú, que quienes somos críticos ó ponemos el acento en temas y prioridades, en lo económico, social, político y cultural, de naturaleza distinta al discurso oficial, que no son siquiera vistas por quienes gobiernan, somos puestos en la "otra orilla" y no somos escuchados ni tomados en cuenta. Echando por tierra el respeto y tolerancia que debe observarse, en un régimen democrático, por el opositor.
La necesidad de cambiar la manera de gobernar y tomar decisiones es reconocida por cada vez más amplios sectores: Líderes Sociales, académicos, ciudadanas y ciudadanos quienes reclaman cambios. Es necesario, que duda cabe, avanzar en la implementación de acuerdos, al más alto nivel, tanto para el largo plazo - como los elaborados por el Acuerdo Nacional – cuanto para el corto y mediano plazo, donde hay nada o muy poco concertado. Esto, como norte de la próxima etapa de gobierno, marcaría un cambio y aterrizaría más su que hacer. No debemos olvidar que es importante vislumbrar el largo plazo pero que para alcanzarlo es necesario caminar en la dirección correcta en el corto y mediano plazo. Por lo tanto, el cambio de curso que es necesario realizar podemos resumirlo en lo siguiente: Brindar oportunidades para la participación y toma de las decisiones en los asuntos públicos a ciudadanos y ciudadanas y fortalecer y consolidar la institucionalidad democrática.

III.- La situación Social:
El punto de partida para graficar la situación social es: El crecimiento económico al no mejorar la distribución del ingreso ni generar oportunidades para todos ni tampoco mayor inclusión social. Ha aportado poco en la reducción de pobreza y nada, o casi nada, en la ansiada y necesaria reducción de la desigualdad.
Hoy el debate está centrado no sólo en cuanto ha bajado el número de personas que se encuentran en situación de pobreza sino en cómo se generan mecanismos y políticas claras para mitigar la desigualdad.
La población empieza a preguntarse si la democracia promueve la vigencia de los derechos sociales, para todos y todas. Tengo la impresión que para que esto sea una realidad es necesario transitar por una ruta que debe tener como orientación tres aspectos: El primero de ellos, a mi modo de ver, está referido al establecimiento de políticas y metas concretas y medibles para mejorar la distribución del ingreso, bajando la, hasta hoy, abusiva, concentración del mismo. Debería ser materia de denuncia permanente y definido como inaceptable que el 10% de la Población (los más ricos) se apropien del 81 % de la riqueza. Que por lo demás, todos, incluidos los pobres, la generamos.
En segundo lugar, es necesario que entendamos que la política social debe estar encaminada, centralmente, a la generación de pleno empleo ó empleo decente para todos y todas, y
En tercer lugar, propiciar programas de asistencia, a los más pobres, en alimentación, educación y salud con metas concretas y medibles como medidas necesarias para mitigar la desigualdad pero no como lo único que hay que hacer.

En lo que va del gobierno actual, se ha venido insistiendo en el desarrollo de programas de asistencia y en mejorar la eficiencia de los llamados programas sociales, para los más pobres, con medidas como: elaborar un padrón único, evitar la duplicidad de beneficiarios, una mayor coordinación entre las instituciones que ejecutan programas sociales y la llamada focalización. Acciones que van dando frutos. Sin embargo, es necesario desconcentrar recursos y decisiones para aumentar la eficiencia.
Podemos, afirmar, entonces que: La mejora de las condiciones de vida de las grandes mayorías como producto del, sin duda necesario, crecimiento económico no se ha producido hasta hoy. A pesar de siete años de ininterrumpido crecimiento de la economía.
Por lo que el "Chorreo" se ha convertido, una vez más, en "goteo" hacia los más necesitados, que son, dicho sea de paso, los que contribuyen decisivamente a esa bonanza. Situación que queda clara al analizar la opinión de ciudadanas y ciudadanos de Lima Metropolitana, en el sondeo de opinión realizado en el mes de diciembre del 2,009 por la unidad de investigación de la universidad de Lima. En el mencionado sondeo ante la pregunta ¿cómo califica su situación económica?; los entrevistados responden de la siguiente manera: el 63% la califica de manera regular, mientras que el 22%, la siente como mala ó muy mala.
Hay que ver, entonces, en que clave y con qué notas hacemos música para todos y cuáles son los límites que no podemos ni debemos seguir soportando. Mitigar la pobreza y la exclusión no puede esperar. Más allá de ser liberales ó no.
Es necesario prestar especial atención a la urgente necesidad de distribuir mejor los costos y los beneficios, del crecimiento económico. Es hora de que el crecimiento beneficie a todos los ciudadanos y ciudadanas del Perú. Y, sobre todo, que el que más tiene pague más impuestos.
La Política y la Economía deben ser caras de una misma moneda, es necesario empezar un camino sin retorno para que los derechos sociales, políticos y económicos puedan ser gozados por todos y todas. Esa, que duda cabe, es una condición necesaria para el fortalecimiento y vigencia de la democracia.