Hacer un balance de la situación social ó, para ponerlo en términos contemporáneos, de lo que hemos avanzado en inclusión social. Quiere decir, cuál es el estado-situación del empleo y los ingresos de la población y cuánto hemos avanzado en mitigar la desigualdad y la pobreza, es fundamental. Más aún, si queremos saber cómo y con qué nivel de equidad se han distribuido los costos y los beneficios del importante crecimiento económico, tenido entre Agosto de 1,990 – 2,008 en el Perú. Que, si bien, se interrumpió, desaceleró, en el 2,009. Ha presentado muestras de franca recuperación desde Enero del 2,010.
¿Qué Hicimos?En todos estos años (Agosto de 1,990 – 2,009), en relación a lo que conocemos como política social, nos hemos debatido entre: la necesidad de establecer y operar, programas sociales eficientes y eficaces ó mejorar e incrementar la cantidad y calidad de los ingresos y empleo, a los que accede la población, en particular, aquellos que se ubican en los, denominados, sectores socioeconómicos, C, D y E.
No es que hubiera existido un debate en el congreso de la república, ni mucho menos que los ciudadanos hayan sido consultados, para definir qué hacíamos. En la práctica, se dejó a la acción, y muchas veces, a la total inacción ó inoperancia de los gobiernos de turno, la decisión entre llevar adelante programas sociales ó mejorar e incrementar la cantidad y calidad del empleo. El resultado, - es por todos conocido - se optó por llevar adelante “programas sociales” y sólo eso. A pesar que desde 1,992 se empezaron a sentir las “bondades” del crecimiento económico.
Tengo la impresión que las razones que motivaron esta decisión tuvieron que ver con lo siguiente:
a) El llevar adelante, programas sociales, daba muchas posibilidades tanto para construir y mantener una clientela política, base social de apoyo - que era necesaria para poder profundizar medidas económicas y políticas, dictadas por Organismos Multilaterales como: el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM) Y EL Banco Interamericano de Desarrollo (BID) - cuanto para gastar menos. Habida cuenta de que lo que se entregaba, otorgaba, era sólo una parte, y muchas veces la menor, del costo real para la operación de los llamados Programas Sociales. Baste mencionar el Subsidio a la ración alimentaria que se distribuía en Comedores Populares en la que el aporte del Estado, en el mejor de los casos, cubría el 22% del Costo total de la ración. Lo demás era aportado, en dinero y/o en trabajo – que no era remunerado por el Estado - por las mujeres socias y sus familias.
b) El Gasto Público y las Empresas se verían así afectados, mínimamente, ya que tener alimentación, cuidar la salud, asistir a la escuela y tener vivienda seguía siendo, en principio, problema y posibilidad de cada quien. A ajustarse el pantalón se ha dicho.
c) Los Programas Sociales, permitieron inventar aquello de la focalización del gasto público. En un país en el que, al comienzo de la aplicación de las medidas de estabilización y ajuste estructural de la economía y por un largo período el 60% ó más de la población se encontraba en situación de Pobreza y de él no menos del 24 % en situación de extrema pobreza. Así, de que focalización podríamos hablar.
La realidad vivida nos dice que el camino tomado no fue el mejor los indicadores de pobreza, si bien bajaron, se mantienen a niveles éticamente inaceptables. Según el Anuario Estadístico de la CEPAL en el año 2,001, la pobreza total, en el Perú, involucraba al 54.8 % de la población, mientras que el 22.1 % se encontraba en situación de pobreza extrema (Indigencia). Para el 2,008 el 36.2 % de la población peruana vive en condiciones de pobreza y el 12,6 % en pobreza extrema. Quiere decir, que no obstante el crecimiento económico habido en el período señalado (Agosto de 1,990 – 2,009). Todavía más de un tercio de la población se encuentra en situación de pobreza y una octava parte de ella se mantiene en situación de extrema pobreza. Lo que, a mi entender, pone de manifiesto que no hay mejor política social que aquella que mejore e incremente los ingresos y la calidad del empleo de la población.
Sin embargo, se sigue apostando tercamente sólo por el camino de la eficiencia y eficacia que deben tener los programas sociales, aspecto que, sin duda, no es desdeñable y se hace muy poco para incrementar la cantidad y calidad de los ingresos y empleo.
¿Cómo estamos?; ¿Qué estamos haciendo?
El Ingreso de los trabajadores:
Un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) “Panorama Laboral 2009” volvió a poner sobre la mesa, la realidad del sueldo mínimo en el Perú. De acuerso con los resultados del mencionado informe: “Panamá y Perú no han efectuado ajustes desde diciembre de 2007 y enero del 2008, respectivamente (…). En los casos de Panamá y de Perú, como la inflación acumulada desde el último reajuste ha estado en un nivel de 8% y 6% respectivamente, existe un deterioro en términos reales” (p.77-78); encontrándose a la zaga de la región, en cuanto a la actualización de la remuneración mínima vital (RMV) se refiere.
Las cifras nos muestran que para el caso de Perú, la Remuneración Mínima Vital se encuentra estancada, desde enero del 2008 (más de dos años), en S/. 550.00 debido a que el gobierno y los empresarios se niegan a reajustarla con el argumento de que perjudicaría a la micro y pequeña empresa. Olvidándose que en momentos de crisis económica, como el que acabamos de pasar en el año próximo pasado. Es necesario, incentivar el consumo y para ello la medida por excelencia es: “aumentar el poder adquisitivo familiar”.
No se puede olvidar ni obviar que en economía el aumento de la demanda mejora la situación de las empresas en general, más allá de que éstas sean: micro, pequeñas, medianas ó grandes. Un mayor Ingreso, va a afectar, positivamente, la demanda (el consumo) de las familias. Se puede decir que el incremento debe ser el adecuado pero no negarlo.
Además, es en el corto plazo que se deben definir medidas para fortalecer el mercado doméstico toda vez que: a partir de la propensión a la baja de los precios de los bienes primarios en el mercado internacional y de la apreciación del Nuevo Sol con respecto al Dólar, vamos a tener un saldo cada vez menor en la balanza de Pagos (Exportación – Importación), situación que se salvará con un Mercado Doméstico más robusto, una de las vías, qué duda cabe, es el incremento de Sueldos y Salarios.
Otra manera de presentar la situación es: Si El Producto Bruto Interno ha crecido, los negocios y las ganancias de los empresarios se han multiplicado, no podemos mantener los ingresos de los trabajadores, en términos reales, estancados a niveles similares de hace 10 ó 15 años atrás. El economista Humberto Campodónico compara esta situación con la de los ejecutivos y nos hace ver que “Para los asalariados, entonces, a pesar de tantos años de boom económico, el anunciado “chorreo” nunca llegó. Pero donde el aumento sí llegó fue a los Ejecutivos, que, a abril del 2009 estaban ganando 51.6% más que en el 2004”; y a continuación hace ver la diferencia con la mayoría de países de la región (entre ellos Bolivia, Brasil, Chile, Colombia y México) donde periódicamente y en forma obligatoria se aumenta el salario mínimo.
El Empleo:
A partir de las cifras de INEI, (VER CUADRO en esta página). Podemos ver que la mayor parte del Empleo Urbano en el Perú, 39,6%, al año 2,008, se está dando en la categoría otros servicios quiere decir, auto empleo. Siguiéndole en orden de importancia el comercio con él 22,2%; La Manufactura, mientras tanto emplea al 13.9% de la PEA, las actividades primarias (Agricultura, Pesca y Minería) al 9,2% y un 5,2% de la PEA, se ocupa en el sector construcción.
Los Programas Sociales:En relación a los Programas Sociales se viene presentando una situación interesante y pocas veces vista, en los últimos 20 años. De un lado, el gobierno de turno empieza a dar muestras de que va entendiendo tanto la necesidad de incrementar el gasto social cuanto de que, empieza a vislumbrar, éste incremento, como uno de los factores que podría abonar positivamente el crecimiento de la demanda agregada, con lo que es necesario hacerlo.
Lo peligroso es que, al encontrarnos en un período de elecciones, lo que termine autorizándose - luego de sacar, por un ratito, de la ortodoxia a la Ministra de Economía - sirva más para que, el probable, descalabro electoral del partido de gobierno no sea tan fuerte que para, efectivamente, aliviar un poco de los efectos de la crisis internacional e interna ocurrida el año pasado y que, como siempre, afectó a los más pobres.
Ojalá que la sensatez se imponga al cálculo político y que se propicie un alivio real, más que paliativos, para el 36 % de pobres y 12,6% de pobres extremos, con los que tenemos, por la cerrazón ortodoxa, que seguir conviviendo.
Un aspecto que es importante es avanzar en la eficiencia y eficacia con la que se deben gestionar los programas. Sin embargo, creo que ha llegado la hora de que establezcamos claramente cuánto aporta la caja fiscal y cuánto aportan las organizaciones y ciudadanas y ciudadanos que, por encontrarse en situación de pobreza, - situación que es un subproducto de cómo nuestros dirigentes políticos han organizado la Economía y la Política, más que un designio - deben echar mano a sus magros recursos ó a la enorme solidaridad con la que viven para llevar adelante programas como el de los Comesores Populares y los Programas de Salud Comunitaria, que funcionan más en base a lo que aportan quienes participan en ellos que de lo que asigna el Estado.
¿Qué Hemos dejado de Hacer? A esta altura, de mi particular reflexión, creo que es necesario que empecemos a hacer política y conciencia social en relación a mirar la Política Social como el escenario en el que se debe trabajar por Inclusión Social y no sólo por asistencia, aunque esta última es necesaria. En la medida que problemas como: cantidad y calidad de Empleo, desigualdad y pobreza no son coyunturales sino más bien son estructurales.
Resolverlos necesita de un nuevo acuerdo social y, probablemente, de que empecemos a deponer, de alguna manera, las banderas de “la lucha contra la pobreza” por otras “Pro Inclusión”. Medir el buen desempeño de la economía y la política, en éste tiempo debe significar, sobre todo, ver como hemos contribuido a generar sociedades cada vez más inclusivas que promuevan el desarrollo de capacidades y oportunidades para todas y todos.
La Economía, si no mejora la vida de las personas y la política, si no sirve para construir el bien común, hay que revisarlas y si es necesario deponer las estructuras ó personas que las mantienen de esa manera. Finalmente, los ciudadanos, en nuestra calidad de mandantes, somos quienes detentamos el poder y somos quienes debemos tomar las decisiones.
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