Elaborado Por: Juan Pedro Mora Sono[1]
Resumen Ejecutivo
En el Perú enfrentamos una situación, a todas luces, paradójica somos un país potencialmente rico, por los inmensos recursos naturales que poseemos: Bio-diversidad, Gas Natural, Minería; Agricultura de Agro Exportación (calidad y cantidad de tierras productivas) e Industria Textil, para mencionar lo más importante. Sin embargo, mantenemos una profunda exclusión y desigualdad que se expresa en que: el 10% de la población más rico se apropia del 81% de la riqueza y el 39,3 % de la población, que se encuentra en situación de pobreza[2], sólo se apropia (distribuye) el 19 % de la riqueza. Riqueza que, por lo demás, todos, pobres y ricos, producimos. Lo que nos pone frente a un gran desafío ético, político y social toda vez que es humanamente inaceptable, seguir tolerando ésta situación.
Debemos entender, y lo proponemos así, que el desafío ético consiste en informar y generar conciencia entre toda la población y especialmente entre los pobres respecto de que la condición de pobreza que afecta al 39,3 %2 de los peruanos no es un hecho natural, ni producto de la fatalidad ó del mal entendido destino. Sino que, responde, fundamentalmente, a la forma injusta y poco equitativa en que se ha organizado la sociedad, la economía y la representación política en el Perú. Que, hasta hoy, sólo ha estado interesada en atender y consolidar las necesidades e intereses de los ricos en desmedro de las legítimas e impostergables necesidades e intereses de los pobres.
Los Elementos del contexto, por lo tanto, ponen de manifiesto que el Perú atraviesa por: “Una estabilidad, crecimiento y mejora económica al tiempo que por el debilitamiento de la institucionalidad política y la desesperanza en la situación social, en particular de las familias que viven en la pobreza”[3]
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I.- La situación Económica:
En el Perú, en Agosto de 1,990, hace ya 18 años, se aplicó uno de los programas de ajuste estructural de la economía más drásticos del continente. Programa que, a pesar de todo, contó con el apoyo de la mayor parte de la población, incluso, de quiénes vieron que su calidad de vida se vino a menos. Tengo la impresión que, en el común de los ciudadanos, éste apoyo obedecía a la "esperanza ofrecida" por los “agoreros” del “Mercado” en relación a que era necesario ajustar, por un tiempo, sus bolsillos y expectativas, para conseguir la ansiada estabilización y acto seguido producir el crecimiento económico que, por lo demás, nos beneficiaría a todos y todas.
Si examinamos lo ocurrido vamos a ver que, en el Perú - y creo que no es distinto en ningún país de América latina - se cumplió sólo una parte de la "esperanza ofrecida". En verdad durante varios años todos ajustamos nuestra economía y se logró la ansiada estabilidad económica y más.
Hoy, suena música bonita, tenemos, como todos reconocen, no menos de 80 meses de crecimiento económico ininterrumpido; somos el país con la menor inflación del continente, aunque hace cuatro meses los precios están subiendo ; contamos con reservas internacionales netas en un nivel nunca visto - en los últimos 20 años-; hace tres años que tenemos superávit fiscal; la inversión extranjera ha crecido. Así como, han crecido, y de manera inusitada, los beneficios – ganancias - de quiénes invierten. Incluso, hemos recibido hace poco la calificación de País con "Grado de inversión", por parte de Fitch Ratings y MOODY´s. Lo que pone a las claras que no sólo hemos sido alumnos aplicados, de las recetas del FMI y del Banco Mundial, sino que se nos empieza a ver, de alguna manera, como un ejemplo a seguir. Esto, que duda cabe, es bueno y hay que mantenerlo y en lo posible superarlo. No obstante, no es lo único que hay que hacer, en la perspectiva de mitigar la desigualdad tanto en el ingreso como en las oportunidades para alcanzar bienestar para todas y todos.
Lo lamentable es que, aquí acaba de sonar la música bonita, la otra parte de la "esperanza ofrecida" no se cumple y nos pone muy en claro que el 39,3 %[4] de la población, que sigue en situación de pobreza - y que, además, es la que más ajustó su economía y sus expectativas - sigue trabajando de sol a sol recibiendo como compensación deficientes servicios de educación, salud, trabajos mal remunerados e inexistentes servicios de previsión social.
Esta situación refleja, una de nuestra más importantes paradojas: Mientras que los empresarios afiliados a la CONFIEP - uno de los gremios empresariales más importantes del Perú - celebran en un cocktail la calificación de "Grado de Inversión” recibida por el Perú, celebración por parte de ellos justificada por que han visto crecer de manera no esperada sus beneficios. Los más pobres de Lima Metropolitana - 100,000 familias ó 500,000 personas en promedio - reciben bolsas de alimentos con el fin de paliar su imposibilidad de poder satisfacer una de las necesidades más elementales, la de alimentarse.
Hoy, es claro que el crecimiento, la estabilidad económica y todas sus bondades no son condición suficiente para mitigar la pobreza y permiten avanzar muy poco en acortar la brecha entre los que tienen más ingresos respecto de los que tienen menores ingresos. La misma que ha empeorado, baste referir que el GINI para 1,991 era de 0.43 y para el 2,006 fue de 0.53. Como todos sabemos, mientras más alto más desigual.
II.- La situación Política:
Un elemento, a mi juicio, crucial, para graficar el contexto es el mirar como camina la construcción de la democracia: Asistimos, hoy en el Perú, a un proceso que determinará, si es, todavía, posible establecer una nueva manera de hacer política, gobernar y construir Estado y Nación.
Intentar dar respuesta a estos aspectos, a todas luces, centrales para la vigencia del orden democrático nos remite a un conjunto de preguntas y situaciones por resolver y no a afirmaciones ó constatación de avances ó logros alcanzados veamos por qué:
Un primer elemento a dilucidar es: Están los partidos y movimientos políticos a la altura de los tiempos. Quiere decir, promueven e implementan, en la actualidad, un rol de información, formación política, elección interna de representantes, y de elaboración de programas y propuestas desde abajo, ó por el contrario éstas tareas, que duda cabe, importantes para la construcción de instituciones políticas representativas, se implementan y fortalecen sólo a una minoría de sus militantes que funcionan casi como castas.
Un segundo elemento es: Los Partidos Políticos establecen procesos de: información, recojo de opinión y discusión de sus propuestas, de manera democrática, con los ciudadanos ó, por lo menos, con sus electores.
El Tercero: Los gobiernos democráticos tienen como centro la construcción del bien común ó por el contrario siguen propiciando y manteniendo como denominador común niveles de pobreza y concentración del ingreso injustificables. A pesar de la aparente bonanza económica que se vive en América Latina y en particular en el Perú.
Lamentablemente, podemos referir que las situaciones planteadas líneas arriba no están hoy por hoy como parte de la preocupación de los partidos y movimientos políticos peruanos ni forman parte, necesariamente, de la agenda pública significando más bien el punto de partida del necesario proceso de transformación de la manera de hacer política y gobernar que hay que propiciar. Siendo éste el panorama podemos ver que el resultado nos lleva a una baja credibilidad de la ciudadanía respecto de la clase política en general y a niveles de desaprobación importantes de la gestión del gobierno actual.
El último sondeo de opinión realizado por el Centro de Investigación de la Universidad de Lima nos dice que el 71.60%, de los encuestados, desaprueba el desempeño del Presidente de la República, Alan García Perez; mientras que el 61.40%, de los encuestados, desaprueba la gestión del Premier, Jorge del Castillo Gálvez. Mientras que el 69,0%, de los encuestados, desaprueba la gestión del Gobierno en General y por si fuera poco el 78.5% desaprueba la Gestión del Congreso.
En relación a como ven los ciudadanos la situación política actual el 55.4%, de los encuestados la califica de poco estable y el 35,1% manifiesta que es nada estable. Adicionalmente, cuando se les pregunta por: Cómo ven la situación política para dentro de un año la respuesta es, igual para el 40,7 % de los encuestados y un preocupante, peor para el 46.1 %. Lo que dice mucho de la debilidad de la clase política en general y de la poca sintonía entre quienes hoy gobiernan y los ciudadanos en particular.
Las razones de esta situación pasan tanto por que, a mi juicio, los partidos políticos no están a la altura de los tiempos y no sólo por que existe una crisis de representación sino fundamentalmente por que los ciudadanos, en particular la clase media – que son muy pocos- y los que se encuentran en situación de pobreza no encuentran una respuesta a sus legítimas demandas, aspiraciones e intereses.
Es necesario que los políticos presten atención a las necesidades y aspiraciones de ciudadanas y ciudadanos y generen propuestas orientadas a mejorar las condiciones para que todas y todos puedan mejorar tanto sus condiciones de vida como alcanzar sus aspiraciones. Si a quienes hoy nos representan sólo les interesa mantener privilegios en unos pocos, habrá que cambiarlos.
El Estado tiene que poner el acento en políticas que puedan mejorar la distribución del ingreso, generar empleos de calidad, brindar educación, salud y justicia para todos. Es cierto que los recursos son limitados pero si se ponen por delante las prioridades, podemos, sin duda avanzar màs.
Uno de los aspectos claves para la gobernabilidad es que, quienes gobiernan en nuestra representación, construyan la agenda pública y definan las tareas propiciando la más amplia información, alimentando el debate y, lo que es más importante, que sean tolerantes con quienes discrepen ó tengan propuestas distintas con el discurso "Oficial" - que no es necesariamente el que goza de la mayor aprobación - y, por ende, resuelvan por medio de leyes, programas, proyectos y lineamientos de política producto del entendimiento y consenso tanto de las fuerzas políticas cuanto de la sociedad civil.
Siendo esto último una clave para fortalecer nuestra, naciente, cultura democrática, viene ocurriendo, con cierta frecuencia, y no sólo en el Perú, que quienes somos críticos ó ponemos el acento en temas y prioridades, en lo económico, social, político y cultural, de naturaleza distinta al discurso oficial, que no son siquiera vistas por quienes gobiernan, somos puestos en la "otra orilla" y no somos escuchados ni tomados en cuenta. Echando por tierra el respeto y tolerancia que debe observarse, en un régimen democrático, por el opositor.
La necesidad de cambiar la manera de gobernar y tomar decisiones es reconocida por cada vez más amplios sectores: Líderes Sociales, académicos, ciudadanas y ciudadanos quienes reclaman cambios. Es necesario, que duda cabe, avanzar en la implementación de acuerdos, al más alto nivel, tanto para el largo plazo - como los elaborados por el Acuerdo Nacional – cuanto para el corto y mediano plazo, donde hay nada o muy poco concertado. Esto, como norte de la próxima etapa de gobierno, marcaría un cambio y aterrizaría más su que hacer. No debemos olvidar que es importante vislumbrar el largo plazo pero que para alcanzarlo es necesario caminar en la dirección correcta en el corto y mediano plazo. Por lo tanto, el cambio de curso que es necesario realizar podemos resumirlo en lo siguiente: Brindar oportunidades para la participación y toma de las decisiones en los asuntos públicos a ciudadanos y ciudadanas y fortalecer y consolidar la institucionalidad democrática.
III.- La situación Social:
El punto de partida para graficar la situación social es: El crecimiento económico al no mejorar la distribución del ingreso ni generar oportunidades para todos ni tampoco mayor inclusión social. Ha aportado poco en la reducción de pobreza y nada, o casi nada, en la ansiada y necesaria reducción de la desigualdad.
Hoy el debate está centrado no sólo en cuanto ha bajado el número de personas que se encuentran en situación de pobreza sino en cómo se generan mecanismos y políticas claras para mitigar la desigualdad.
La población empieza a preguntarse si la democracia promueve la vigencia de los derechos sociales, para todos y todas. Tengo la impresión que para que esto sea una realidad es necesario transitar por una ruta que debe tener como orientación tres aspectos: El primero de ellos, a mi modo de ver, está referido al establecimiento de políticas y metas concretas y medibles para mejorar la distribución del ingreso, bajando la, hasta hoy, abusiva, concentración del mismo. Debería ser materia de denuncia permanente y definido como inaceptable que el 10% de la Población (los más ricos) se apropien del 81 % de la riqueza. Que por lo demás, todos, incluidos los pobres, la generamos.
En segundo lugar, es necesario que entendamos que la política social debe estar encaminada, centralmente, a la generación de pleno empleo ó empleo decente para todos y todas, y
En tercer lugar, propiciar programas de asistencia, a los más pobres, en alimentación, educación y salud con metas concretas y medibles como medidas necesarias para mitigar la desigualdad pero no como lo único que hay que hacer
En lo que va del gobierno actual, se ha venido insistiendo en el desarrollo de programas de asistencia y en mejorar la eficiencia de los llamados programas sociales, para los más pobres, con medidas como: elaborar un padrón único, evitar la duplicidad de beneficiarios, una mayor coordinación entre las instituciones que ejecutan programas sociales y la llamada focalización. Acciones que van dando frutos. Sin embargo, es necesario desconcentrar recursos y decisiones para aumentar la eficiencia.
Podemos, afirmar, entonces que: La mejora de las condiciones de vida de las grandes mayorías como producto del, sin duda necesario, crecimiento económico no se ha producido hasta hoy. A pesar de seis años de ininterrumpido crecimiento de la economía.
Por lo que el "Chorreo" se ha convertido, una vez más, en "goteo" hacia los más necesitados, que son, dicho sea de paso, los que contribuyen decisivamente a esa bonanza.
Hay que ver en que clave y con que notas hacemos música para todos y cuáles son los límites que no podemos ni debemos seguir soportando. Mitigar la pobreza y la exclusión no puede esperar. Más allá de ser liberales ó no. Hay que prestar especial atención a la urgente necesidad de distribuir mejor los costos y los beneficios, del crecimiento económico. Es hora de que el crecimiento beneficie a todos los ciudadanos y ciudadanas del Perú. Y sobretodo, que el que más tiene pague más impuestos.
La Política y la Economía deben ser caras de una misma moneda, es necesario empezar un camino sin retorno para que los derechos sociales, políticos y económicos puedan ser gozados por todos y todas. Esa, que duda cabe, es una condición necesaria para el fortalecimiento y vigencia de la democracia.
[1] Investigador y Docente de la Escuela de Líderes Sociales – Lima Perú.
[2] Según datos de la Encuesta Nacional de Hogares. Instituto Nacional de Estadística. Mayo 2,008.
[3] Nota extraída de: El contexto político y socioeconómico nacional y local en “Emprendimientos Económicos de Mujeres. Retos y Posibilidades. Juan Pedro Mora Sono. JULIO DEL 2,005.
[4] INEI, MAYO 2,008
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