Pareciera que el presidente Ollanta
Humala, está pasando por un buen momento, goza, según un sondeo realizado a nivel nacional por CPI de la aprobación del 53.8% de la población. Cabe indicar qué esta cifra mantiene una tendencia ascendente constante desde
setiembre de 2012, cuando el nivel de aprobación se situaba en 44.7% la que
subió a 46.8% en noviembre, pasando a 52.2% en enero pasado. La desaprobación, por su
parte, muestra una tendencia a la baja, desde el 47.8% en setiembre de 2012 al
37.7% en el presente mes.
Entre los factores que definen este alto porcentaje de aprobación del que
goza, actualmente, el mandatario podemos mencionar a: los programas sociales,
que se vienen implementando; la estabilidad y el crecimiento económico que
experimenta el país y una imagen de trabajador y de que apoya a los más
necesitados. Junto a la imagen de la Primera Dama, Nadine Heredia, quien “ayuda
mucho” a fortalecer la imagen del gobierno.
Este incremento, repunte, a mi modo de ver, se explica fundamentalmente por
haber mejorado su imagen y nivel de aprobación en el interior del país, que ha dejado
de ser un punto crítico del gobierno y, ahora, en la práctica presenta niveles
de aprobación muy similares a los de Lima Metropolitana.
El mencionado repunte, cobra mayor notoriedad al comparar la aprobación de la gestión de los tres últimos
ex mandatarios, en el mismo tiempo de gestión, quiere decir cuando tenían 20 o 21 meses de haber iniciado su período de
gobierno. En esta comparación, el
mandatario, Ollanta Humala da capote, a
sus antecesores, obteniendo, para el mismo período, el más alto índice de
aprobación 53.8%, respecto al 32.2%, que
tenía Alan García y el 15.9% de
Alejandro Toledo.
Lo que es paradójico, en esta situación, es que el repunte se da, no obstante el abandono de la denominada “Hoja
de Ruta” y del postulado “Crecimiento con Inclusión Social”, en lo que menos se
ha avanzado, llegando, más bien, a una suerte de derechización en la manera de
gobernar del mandatario.
Esta situación es, por demás, preocupante, en la medida que niveles de
aprobación similares sirvieron más que para hacer las cosas bien, para que
aparecieran comportamientos y maneras de gobernar autocráticas basadas en altos
niveles de aprobación.
El ¿cómo? Ollanta Humala maneje su capital político será clave para el
próximo tiempo, más aún, creo que es necesario mirar las cosas no sólo con
optimismo o triunfalismo, hacer un balance, un chequeo, desde los sectores
sociales y las fuerzas políticas democráticas, de cuánto se ha avanzado en el
programa de gobierno que lo llevó al poder es un imperativo, hoy; para así
poder construir, no sólo la agenda de la oposición, sino, lo que es más
importante, no dejar pasar la posibilidad de PROMOVER una mayor inclusión y
justicia social, ahora que 42 meses ininterrumpidos de crecimiento económico lo
permiten.
Economía baja crecimiento
Si bien el Perú acumuló 42 meses de expansión económica, en febrero pasado,
esa expansión, el crecimiento, fue menor al previsto por analistas, esto se ha dado
así básicamente porque el sector construcción y otros vinculados a la demanda
interna frenaron, levemente, su ritmo de crecimiento.
Esta disminución en el
crecimiento económico, hace necesario, a mi entender, que recordemos que los determinantes últimos del
desarrollo tienen que ver, tienen relación, tanto con la calidad de las
instituciones, en lo que tenemos un amplio déficit, cuanto con la capacidad de
construir condiciones políticas para que exista gobernabilidad, gobernanza e instituciones
y empresas que no sean exclusivamente rentistas ni extractivistas, con lo que,
es claro que con el modelo actual estamos o, realmente, muy pocos están ganando
el partido en el corto plazo. Pero, en
el mediano y largo plazo, si no hay cambios sustantivos, lo volveremos a
perder.
Es necesario que junto al crecimiento económico logrado, se propugne, más
bien, la inversión de empresas promotoras de la mejora de la competitividad, la
innovación y el crecimiento económico local, como una forma, de asegurar y
sentar las bases para que el crecimiento económico sea sostenido y pueda
albergar a las generaciones venideras.
Aquí, atender el déficit de infraestructura, hacer los cambios tributarios
necesarios, que significa que el presupuesto de la nación sea cada vez más
alimentado, solventado por impuestos directos y no como hasta hoy con primacía
de los impuestos indirectos, los que pagamos todos, independientemente de nuestros
ingresos y mejorar la calidad de la educación, salud y los programas de
previsión social al tiempo que invertir en investigación y mejora productiva en
el agro son algunos elementos de una agenda que no ha sido tocada.
Los postulados del programa económico siguen casi sin variación,
permitiendo que muy pocos tengan muchísimo y que la mayoría tenga muy poco,
esto es ética y políticamente insostenible.
La Política, en calidad de desastre
En la medida que el gobierno, el mandatario, sigue, ejerciendo el mandato
que recibió a espaldas de su partido y del programa de gobierno con el que ganó
y que la oposición, salvo raras excepciones individuales, sigue sin norte ni
rumbo y que los partidos y movimientos políticos han iniciado el baile de la
diferenciación para aparecer como otro, como distinto y a partir de allí
abrirse el camino para las próximas elecciones presidenciales, la política es
un desastre.
Baste señalar que, la Investigación al expresidente Alan García o la
posible candidatura de Nadine Heredia, son los puntos más recurrentes en el
debate político de hoy para darse cuenta que:
La oposición no está jugando el rol que debe tener, en un escenario en que
es necesario fortalecer instituciones, fiscalización y tener una adecuada
orientación política y redistributiva, para que los costos y los beneficios del
modelo económico se repartan de manera, por lo menos, un poco más equitativa.
Las Empresas Privadas, entre tanto, siguen ejerciendo lobbies para que su
tajada en la bonanza sea cada vez mayor o por lo menos no disminuya. Echando
mano de lo que sea, incluida la debilidad institucional de actores tan
importantes como el Poder Judicial.
Y Junto todo esto, los partidos, hoy, más preocupados por preparar sus
campañas, cuando falta poco menos de 40 meses para que termine el período de
gobierno actual.
Frente a este panorama, seguiremos repitiendo lo siguiente:
En el Perú a la economía le va bien y si se hacen los cambios de política,
orientación y prioridad de gasto e institucionales necesarios, podría irle
mejor.
En cambio, a la política le va mal y el abandono de la oposición en el
congreso y en la arena política de partidos y movimientos que están preocupados
por el futuro desconociendo las necesarias tareas del presente, que, entre
otras cosas, está permitiendo el resurgimiento de un estilo de gobernar
autocrático, hace vislumbrar que le va a ir peor.
Por lo tanto creemos que si Movimientos y Partidos Políticos en el Perú de
Hoy quieren diferenciarse deberían hacerlo, no por ataques, sino, por que
realizan una oposición constructiva que ponga en claro que el modelo económico
y de desarrollo con el que se viene gobernando en los últimos 22 años no es el
único y que El crecimiento e Inclusión Social por el que se votó, será realidad
aunque le pese al mandatario de turno. Hay tiempo para rectificar actuares, aún
en el presente gobierno.
Hagamos que la estabilidad económica beneficie a todas y todos y no a unos
pocos, relancemos, volvamos a inaugurar, una clase política, que tenga como
norte y tarea la construcción del bien común y concertemos para lograr los
arreglos institucionales que permitan que los derechos, la inclusión y la
justicia social sea realidad en el Perú Hoy. Ciudadanas, Ciudadanos, Líderes
Políticos Sociales. Académicos, Partidos y Movimientos políticos, Gobernantes
de turno y Congresistas tienen la palabra.
Ciudadanas y Ciudadanos en el Perú tenemos derecho a vivir mejor y tener
oportunidades.