Acabamos de empezar el último año del segundo gobierno del Partido Aprista Peruano, encabezado por el Ciudadano Alan García Pérez y creemos que hay que hacer un alto para poder realizar un balance de la situación de la economía, la política y la situación social en la medida que es importante no sólo mirar aciertos, y por lo tanto ser triunfalistas, ó, por el contrario, sólo mirar lo que no se hizo ó lo que se dejó de hacer, y, por lo tanto, ser sólo desconfiados ó escépticos.
Estamos convencidos que el momento actual, el hoy, en el Perú, necesita de un mesurado y profundo análisis tanto de los avances logrados cuanto de las limitaciones y, sobre todo, que partidos y movimientos políticos; técnicos y ciudadanas y ciudadanos podamos concertar y establecer las nuevas coordenadas por las que discurrirán la política económica, la toma de decisiones y la participación política. Así como la mitigación de la pobreza y la exclusión aspectos más que importantes para la vida y el futuro de nuestra nación.
Todas y todos los peruanos venimos asistiendo desde Agosto de 1,990 a presenciar una obra - que con aciertos y desaciertos; avances y retrocesos - nos proponía en su trama que otra manera de organizar el Estado, la economía y la sociedad era posible y no sólo eso sino que debíamos transitar por sacrificios, ajustes, para corregir los desaciertos del pasado y llegar así a poder tener un nuevo amanecer y un futuro promisorio para todas y todos.
Han pasado ya 20 años desde el inicio de ésta nueva manera de ver y hacer las cosas. Sin embargo, el nuevo amanecer y el futuro promisorio sólo ha llegado para algunos y, lo que es peor, se ha favorecido más, por llamarlo así, a los que menos sufrieron ó tuvieron que hacer ajustes en su forma y calidad de vida – quiere decir a los que más tienen - y menos a quiénes tuvieron que soportar - y todavía no se han recuperado - grandes ajustes y cambios drásticos en su calidad de vida. Lo que, aunque parezca paradójico, es real, tan real que los niveles de pobreza y exclusión aunque han cedido un poco – en todo este tiempo - siguen siendo importantes y la exclusión sigue siendo parte del panorama que ojalá algún día no tengamos que ver o veamos cada vez menos.
¿Cómo le va a la Economía?
Los avances en términos del manejo económico han sido importantes podemos mencionar el control de la inflación, el incremento de las reservas y el crecimiento del P.B.I, éste último sólo bajó su ritmo de crecimiento en el 2,009 como producto de la crisis internacional. Hoy, pareciera que se ha recuperado la senda del crecimiento. Estos indicadores, son suficientes para que la mayoría de los economistas y en particular para los que ven con buenos ojos el modelo neo-liberal, ya que dicen que estamos bien, todas y todos en el Perú por que crece el P.B.I. y mejora, por lo tanto, el ingreso per-cápita.
Nosotros creemos que: Si bien, es importante el crecimiento del P.B.I. para que a la economía del País le vaya mejor. Este crecimiento, no necesariamente es sinónimo que a todos les vaya bien, veamos por qué:
Humberto Campodónico en un artículo titulado “La boca del Cocodrilo sigue abierta” nos ilustra y hace una reflexión distinta en relación a mirar otros indicadores para saber a quiénes les va bien realmente ó a quienes no les ha ido nada bien en el Perú.
Un indicador de medición es el que separa, descompone el P.B.I por tipo de ingreso (tomando como base las cifras del INEI del 2009), los elementos que analiza son: los salarios, el excedente de explotación (las ganancias), el consumo de capital fijo (la depreciación) y los impuestos pagados (IGV, renta y aranceles, principalmente). En la “jerga” económica, esto equivale a decir que el PBI se cuantifica a partir de los ingresos recibidos por los agentes económicos como retribución por su participación en el proceso de producción. Entonces veamos:
¿Cómo se han comportado los salarios en el periodo 1991-2009?
Mal, porque su participación bajó del 30.1% del PBI en 1991 hasta 22% en el 2009. Quiere decir que la retribución de los trabajadores, por su participación en el proceso de producción decreció en 8 % aproximadamente. Las cifras de participación de los salarios en el PBI son bajas en relación a América Latina, donde en todos los países de medianos ingresos – donde ahora ubican los organismos internacionales al Perú - la participación salarial está entre el 30 a 35% del PBI. Para no hablar de Europa y EEUU, donde supera el 50%.
¿Cuál ha sido el desempeño de los excedentes de explotación (Ganancias de los empresarios)
Por el contrario, los excedentes de explotación (EE) han subido desde el 52.7% del PBI en 1991 hasta el 62.8% en el 2009. Puede decirse, entonces, que lo que han perdido los asalariados lo ha ganado el EE. Es importante ver también que, en los años de fuerte crecimiento (del 2002 al 2008), los salarios no aumentaron.
¿Qué pasó con el consumo de capital fijo y los impuestos?
El consumo de capital fijo se ha mantenido más o menos constante en 7% del PBI en la década del 2000. De su lado, los impuestos han sido el 9.2% del PBI en promedio en el mismo periodo.
Como el PBI corriente del 2009 fue S/. 392,000 millones, según el INEI, tenemos que cada 1% del PBI equivale a S/. 3,920 millones anuales. Si los asalariados bajaron su participación del 30 al 22% del PBI entre 1991 y el 2009, dejaron de percibir S/. 31,300 millones, cifra que pasaron a ganar los empleadores.
En conclusión, los asalariados son los perdedores en el periodo 1991-2009, mientras el EE ocupa –de lejos– el podio de los ganadores. Es por eso que no se puede decir tan alegremente que “la marea alta hace subir por igual a todos los botes”. En la economía peruana, la marea alta hace subir unos cuantos botes, mientras la mayor parte va para abajo.
Por lo tanto, queda claro que la distribución del ingreso, elemento que hay que mejorar de manera urgente en el Perú, no ha sufrido cambios, en éstos 20 años. Siendo uno de los más inequitativos de América latina y el mundo. Atrevernos como sociedad y Estado a sacarlo del tintero y poner metas realistas y crecientes para empezar a cambiarlo es un imperativo y lamentablemente la tarea que nadie quiere cumplir ó todos postergan. Peruanas y peruanos necesitamos recuperar el valor del trabajo que es, sin duda, el principal factor de la creación de riqueza y, por lo tanto, mejorar ostensiblemente la retribución que los asalariados reciben por su participación en el proceso de producción.
¿Qué pasa con la Política?
Ciudadanas y Ciudadanos en el Perú venimos eligiendo autoridades locales, regionales y nacionales por varios períodos lo que da cuenta, entre otras cosas, de que tenemos gobernantes legítimos y que hay recambio en la conducción del Estado. Sin embargo, a nuestro modo de ver, hay dos problemas fundamentales por resolver: Uno de ellos pasa por que desde hace mucho tiempo los ciudadanos sentimos que terminamos votando ó eligiendo al candidato ó candidata que representa “el mal menor” y el segundo es un problema de representatividad. Que se ha ido incubando, en los últimos veinte años, y hoy se hace cada vez más notorio. Las cifras de aprobación a la gestión presidencial y a la gestión de los congresistas son tan bajas que ponen en claro que la población no se siente representada por quienes gobiernan.
En ese sentido, sólo encontramos legitimadas, aprobadas, por la población, algunas gestiones de gobierno en espacios locales y regionales, creemos que se debe a procesos de participación impulsados desde ellos y que han sido mantenidos por sus autoridades ó a que ciudadanas y ciudadanos sienten que son escuchados o ven resueltos algunos de sus problemas.
En todos estos años. Si bien, hemos tenido gobiernos democráticos, los partidos y movimientos políticos han despreciado ó atendido poco la necesidad de construir instituciones y comunidad política, haciendo por el contrario uso y abuso del estilo y arrastre personal de sus líderes, más connotados, ó se han sumando a aquella vieja forma de actuar en política que tiene relación con creerse el dueño de la verdad ó que somos los que debemos liderar a otros que solo se suman, con lo que sólo se ha avivado la fragmentación.
Hoy, algunos, se sorprenden de ello y otros se pesan, pero nadie le pone el cascabel al gato estamos asistiendo a una nueva contienda electoral para gobiernos locales y el primer dato que debemos registrar es una mayor fragmentación, cada vez y, lo que es peor, esta situación no sólo debilita a los partidos sino que limita mucho las posibilidades de concertar temas importantes e impostergables como son: El poner una carga impositiva adecuada a la actividad minera, acorde con sus ganancias, por supuesto. Establecer metas coherentes, medibles y de cumplimiento obligado para la mitigación de la pobreza y la erradicación de la extrema pobreza ó un programa que mejore las capacidades y oportunidades para todas y todos en el Perú.
Es urgente que la democracia, pase a ser no sólo un régimen ó una manera de gobernar necesitamos que se erija en algo realmente sustantivo lo que supone demostrar que el bien común, la igualdad, la equidad y la justicia siguen siendo los valores que la rigen y por el que lucharemos movimientos, partidos políticos y ciudadanos.
Situación Social:
Estamos hoy en una encrucijada, de un lado vemos como los indicadores de pobreza disminuyen mientras que la exclusión se incrementa ó, en el mejor de los casos, se mantiene, no retrocede.
Los avances en éste período respecto de las condiciones sociales de los peruanos son pocos. En los últimos años, el crecimiento económico, se ha estimulado principalmente por los altos precios de nuestras materias primas, minería, principalmente, lo que no está mal. Sin embargo, éste crecimiento, que, con una adecuada carga impositiva, por las sobre ganancias obtenidas, podría haber permitido avanzar en cerrar brechas tanto en cobertura cuanto en calidad en sectores como: educación y salud, ha dado nuevamente beneficios sólo a unos pocos.
Seguimos postergando el tomar decisiones que nos permitan contar con mejores políticas sociales o generación de empleo y aumentos de salarios que repartan mejor la riqueza y por lo tanto reduzcan la pobreza.
Con este panorama, es poco lo que se ha avanzado en mitigar las profundas desigualdades existentes las mismas que afectan sobre todo a los pueblos originarios y afro descendientes, a las personas con habilidades diferentes, a las mujeres, y a los pobres en general.
La Vivienda, componente fundamental del gasto de las familias pobres siguen elaborándose bajo un esquema rentista y especulativo que pone el acento en los ingentes recursos económicos que ganan quiénes construyen y financian. Quienes, se benefician a costa de la necesidad de vivienda de los pobres, quienes por los magros salarios, no han podido acumular los ingresos necesarios para resolver la situación.
Es necesario, que discutamos como sociedad el tipo de programas de vivienda que el Estado debe apoyar, buscando que los ingresos sean adecuados y los costos también. De otro modo las familias de clases medias bajas y pobres en vez de heredar casas heredarán deudas a sus familiares.
Este sombrío panorama es el que nos dice que las tareas del último año del actual gobierno y sobre todo las del próximo gobierno seguirán siendo arduas. Es necesario, a partir de ahora, poner el acento en mejorar las condiciones de vida de la mayoría de la población los denominados sectores “C”, “D” y “E” que no son otros que clases medias bajas, pobres y pobres extremos. Basta de paliativos, de lo que se trata es de distribuir mejor la riqueza que, además, todos contribuimos para generarla y los trabajadores más; el que hagamos mejoras para los asalariados, incremento de sueldos y salarios es urgente; el establecer políticas de promoción a las micro y pequeñas empresas es impostergable, son ellos los que realmente están generando alternativas de ocupación para la mayoría de la población. Establecer condiciones para que la educación y la salud, en todos los niveles, mejore tanto en cobertura como en calidad es necesario e impostergable.